MIRAD VELAD Y ORAD PORQUE NO SABEIS EL DIA NI LA HORA

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lunes, 6 de junio de 2011

ADORNANDONOS DE VIRTUDES CRISTIANAS

Si un soberano debiera visitar una ciudad, o prometiera ir a hospedarse en casa de algún ciudadano que tuviese el honor de recibirlo, no sólo se limpiaría y ordenaría muy bien la ciudad o la casa, sino que se adornaría una u otra con todo lo más esplendido que pudiera reunirse. De igual manera, si queremos renovar nuestros corazones para la venida de Jesucristo, debemos no sólo desembarazarlos de los vicios o defectos que los afean, sino también adornarlos con las virtudes más propias del cristiano. El profeta Isaías nos enseña esto cuando dice:"Preparad el camino del señor, enderezad las sendas de nuestro Dios", es decir, poned en vuestro corazón la virtud perfecta, buscando a Dios solamente, y buscando en todo su agrado y su gloria."Todo valle ha de ser alzado, continúa diciendo el profeta, y todo monte y cerro ha de ser abatido; esto es, ejercitaos en la humildad, en la sencillez y en la moderación."Los caminos torcidos se harán rectos, y los ásperos se volverán llanos; es decir  :alejad de vosotros toda mentira,doblez,hipocresía,ficción;practicad la sinceridad y la franqueza; reprimid la acritud de vuestro carácter, la dureza y aspereza de trato, de que vuestros familiares se lamentan; usad paciencia, dulzura y amor para con el prójimo; huid de cualquier pensamiento,deseo,afecto,palabra o acción que pueda mancillar la limpieza del alma:Oh divino redentor nuestro,ayudanos a hacer convenientemente esta preparación para vuestra venida!

Para establecer un jardín en un terreno cubierto de malezas, es necesario ante todo, arrancar los abrojos, extirpar las malas hierbas; para levantar un edificio en un lugar lleno de escombros y de piedras, es preciso remover tales estorbos; para aderezar una hermosa sala de recibo, se requiere comenzar por la limpieza de telarañas y de manchas; Del mismo modo, si queremos renovar nuestros corazones para hacerlos dignos de recibir a Jesucristo, es preciso, ante todo, arrancar de ellos todo vicio o todo defecto. Aunque seamos cristianos, deseosos de vivir unidos a Dios, podría suceder que en nuestro corazón se hallasen arraigados defectos bastante graves; Que ahí alentase cierto espíritu de soberbia, de amor desordenado a nosotros mismos, de egoísmo, de apego a las criaturas y a los bienes de este mundo, de condescendencia con nuestra sensualidad, de intolerancia para con nuestro prójimo; que en él se anidase frialdad para las prácticas de piedad, indiferencia en el cumplimiento de los deberes del propio estado, y en fin, apego a una u otra miseria humana. Y entonces ¿Cómo podría Jesús venir con la abundancia de sus gracias, a corazones tan mal preparados? Dadnos oh Jesùs, voluntad y fuerza para alejar de nosotros todo lo que os desagrada; Vos, solo podéis devolver a nuestra alma desfigurada por el pecado, su primitiva hermosura.

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